autor Consuelo Armijo 

género infantil

idioma español

formato rtf

descripción

BUENO, para los que no hayan leído el primer libro, os diré que los batautos son unos seres verdes con orejas al principio de la cabeza y pies al final del cuerpo. Los hay listos y los hay tontos, y también hay uno que está algo loco.
Os voy a contar cómo llegaron los batautos a este mundo. Era de noche y no me podía dormir. Empecé a contar ovejas, que dicen que da mucho sueño, pero ni por ésas, y en esto, en vez de ovejas, aparecieron unos seres verdes, que empezaron a hablar y a menearse. ¿Sabéis quiénes eran?: los batautos Peluso y Buu, y les pasó todo lo que os cuento en el primer capítulo del primer libro, y que se titula «La tarta de miel». Total, que me desvelé por completo. Entonces me levanté y lo escribí todo.
Desde entonces, y cuando menos me lo espero, se me llena la cabeza de batautos, y luego escribo lo que ha pasado, y así es como nacen los libros de batautos.
No os creáis que los batautos son siempre como yo quisiera que fuesen. ¡Ni hablar! A mí me gustaría que Peluso fuera menos presumido, que Erito gruñera menos, que Don Ron no estuviera tan loco y otras muchas cosas más. A veces imagino un final perfecto para esa historia de batautos que me empieza a bullir en la cabeza, pero resulta que, durante la historia, Peluso siempre mete la pata más de siete veces, que Buu, que en el fondo es un inocente, se ha creído todos los disparates que le ha contado Peluso y anda por ahí de coronilla, que Gusi, como es un patoso, se ha caído encima del cubo de fregar y lo ha roto, Erito está en su casa encerrado con una rabieta grandísima, y Don Ron, bueno, Don Ron siempre anda por ahí comportándose como una cabra loca, y, claro, con todos estos jaleos sale un final completamente distinto del que yo imaginé al principio.
Pero tampoco tenemos que ser demasiado severos con los batautos. En realidad, en este mundo hay pocas cosas perfectas. A lo mejor todas esas patochadas suyas, con su final algo disparatado, tienen más vida y resultan más reales que ese otro tan perfecto que me imaginé yo al principio.
Además, los batautos también tienen virtudes: tienen buenos sentimientos y se quieren los unos a los otros. Unas veces se quieren más y otras menos, depende del momento y si uno ha incordiado mucho al otro, pero, en fin, siempre se soportan con bastante indulgencia, y eso es una virtud muy buena.

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